Llegó la depresión
- Dani D'Addieco
- 7 jun 2017
- 2 Min. de lectura
Una de las tantas cosas a las que se enfrenta una mamá es a los cambios, como mamá primeriza hay infinidad de temas que necesitaba conocer, no solo sobre el cuidado de mi bebe o la lactancia, sino también los propios procesos corporales y emocionales. En las consultas al médico, nadie me hablo de la depresión post parto, eso es un tema que toqué entre mujeres que ya han sido mamás o por información que uno va encontrando en el camino. Puedo decir afortunadamente que no pase por ese proceso al cual le tenía tanto miedo, miedo a que no me sienta capaz de cuidar a mi bebé, como decían, rechazarla, sentirme abatida sumada al cansancio de los primeros meses. No, felizmente a pesar de las interminables trasnochadas y el cansancio extremo, solo sentía felicidad y hasta me veía más radiante que nunca en el espejo.
Suerte la mía pensaba, hasta que llegó el día, en que la lactancia materna era insuficiente, la formula tomaba más poder, mi cuerpo no producía la cantidad de leche necesaria y puedo decir que ¡no!, no todas las mujeres producen la misma cantidad de leche, no debemos culparnos por eso, y las hormonas empezaron a cambiar, la etapa del destete me llegó pronto y no estaba preparada. Mi bebé solo quería comer, lloraba y no había más que darle el biberón, quería darle pecho, pero ella se desesperaba porque la leche demoraba en salir o no había suficiente hasta que un día ya, ni siquiera era su chupón personalizado, mientras ella estaba feliz tomando su biberón yo estaba hecha un mar de lágrimas. Mi cuerpo empezó a regresar a la normalidad y la tristeza me invadió por completo, mi bebé ya no me necesitaba, yo ya no la podía alimentar, sentía que tenía 18 años y me decía, mamá ya me voy de la casa. No entendía esos sentimientos y la verdad entre todas las cosas que me habían contado y en las que pensaba estaba preparada, yo no conocía ese tipo de depresión. No deseaba tampoco hablar sobre eso, asumí que era parte normal del proceso esa tristeza que embestía y que ya tenía que pasar. Pase días llorando y tratando de entender que hay fases que van terminando y hay que aceptarlas, que mi hija aún me necesita y quedan muchas más cosas por descubrir.
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